Cuando las primeras bombas atómicas cayeron sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945, los expertos declararon que fueron las explosiones más grandes que se había producido en el planeta. Sin embargo, el 30 de junio de 1908 un objeto cayó del cielo sobre Siberia y originó una explosión tan inmensa que generó una fuerza equivalente a 40 megatoneladas de TNT. La explosión fue 2.000 veces más intensa que la bomba atómica de Hiroshima, hasta el punto de que cambió la química de nuestro planeta. Simplemente las ondas de sonido seguían siendo ensordecedoras a una distancia de 800 kilómetros. Durante años, se creyó que tanto los volcanes subterráneos como los OVNIs podrían haber sido la causa de la explosión.
Hoy en día, tras el estudio de las explosiones de otros planetas y el examen del lugar con una nueva perspectiva, los científicos creen que un inmenso cometa chocó en el bosque de Tunguska en Siberia, derribando hasta sus cimientos edificios a 64 kilómetros de distancia e inundando la región con una lluvia negra de suciedad y escombros. La mayoría de los científicos teme que una explosión semejante ocurrirá de nuevo y el número de víctimas podría ser inimaginable, por lo que la NASA y otras organizaciones han emprendido una carrera contra reloj para detener al próximo asesino del planeta que podría desencadenar el Apocalipsis.
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