En 1917, tres niños pastores de la ciudad de Fátima, en Portugal, afirmaron ser los instrumentos de una profecía divina. Contaron que se les apareció la Virgen María y que tuvieron tres visiones de muerte y destrucción que no podían revelar. Dos de los niños murieron en un plazo de tres años desde aquellas apariciones. El tercero, una niña llamada Lucía, compartió los tres "secretos" con el Vaticano.
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